Me he enfundado la malla de ballet debajo de mi impoluto esmoquin negro. He sacado lustre a mis zapatos de claqué, para que en ellos se refleje mi sonrisa. Incluso he afilado un viejo vinilo de los Rolling por si el órgano Hammond no fuese suficiente.
Creo que sí, que ya estoy listo para bailar en tu honor.
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