La vieja señal de que no tienes que hacer nada: las cañas.
Ni ganas de pillarlas con una buena conversación y una mejor compañía, ya sean en la playa, o debajo del oso que sujeta el madroño, o mejor: en los dos. :)
Pocas cosas hay que me relajen más que despotricar y debatir sobre lo divino y lo humano con unas cerves de por medio. Bueno, igual escuchar esto a toda leche mientras la alcachofa de la ducha me perfora la cabeza suavemente.
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