Todo tiene sus riesgos y a veces prefieres no asomarte a la azotea, para evitar ver lo que hay debajo.
Quien no arriesga no gana, y por mucho que duela, el riesgo es efímero y la gloria eterna...
El meollo del asunto es que nunca sabes si serás capaz de alcanzarla o de verte cubierta por ella.
En fin, que la puerta estaba abierta y ahora no soy capaz de encontrarla.
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