Uno a veces no sabe cuando parar de dar gracias por tantas cosas... por un estar ahí, por una sonrisa que hace que los problemas se esfumen, por una mirada de complicidad desenfocada, por una caricia dormida, por un paseo de capricho al sol, o simplemente por una tarde que haga salvar un domingo.
Uno a veces no sabe cuando parar de dar gracias por tantas cosas... por un estar ahí, por una sonrisa que hace que los problemas se esfumen, por una mirada de complicidad desenfocada, por una caricia dormida, por un paseo de capricho al sol, o simplemente por una tarde que haga salvar un domingo.
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